martes, 21 de julio de 2015

La playa, esa odisea

El otro día se dio la combinación de buen tiempo, Retoño que se despertó pronto de la siesta y mis ganas locas de ir a la playa (que no la piso hace dos años), así que me dije, ¿por qué no nos vamos a la playa?
Hice un bolsón que si tengo que irme un mes a un sitio de clima desconocido no llevaría más peso.
Como Retoño no se aguanta sentado solo dije, pues ea, me llevo el asiento ortopédico para sentarlo mientras le doy la merienda. Pues allí que meto el asiento ortopédico en el bolsón (imaginaos que dimensión de bolsa llevaba).
Mihombre me vio salir con Retoño de un brazo y la bolsa de otro y con los ojos como platos me dijo: "¿no será mejor que vaya con vosotros?" Y yo, con poco raciocinio le dije "¡que va!, que tu odias la playa"
16 kilómetros después, ya en la playa, no había un puñetero sitio donde aparcar. Bueno, sí, había un sitio, a tomar por saco, que fue allí donde deje el coche.
Cojo a Retoño y el maletón y allí que me voy. Un viento de órdago. La playa kilométrica, pero el único sitio donde no pegaba el viento es un espacio recogido de 40 metros cuadrados, así que allí voy. No había ni un sitio libre, bueno, uno sí, que allí me coloqué, después de pasar por encima de toallas y cabezas.
Con el peso que llevaba echando los higadillos llegué.
Un calor...que se veía incrementado al sentir toda aquella gente tan cerca. Tengo ido con mis padres a la playa y no tener las toallas tan pegadas entre nosotros.
El cómo le di la merienda a Retoño fue apoteósico, el asiento ortopédico es para la silla de paseo, para poner en la arena y dar la merienda no sirve. Parecíamos del Circo del Sol.
Lo bueno fue el agua, que el tema de las olitas le encantó. Se puso tan emocionado que empezó a agitar los brazos y a agarrarse a mi. Y con agarrarse a mi me refiero que echó mano de lo que estaba a su alcance, o sea, la parte de arriba de mi biquini. No me llegaban las manos para sostener a Retoño y recolocarme el biquini. Vamos, que el que tuviese interés en mis tetas las podía contemplar con tranquilidad por cortesía de mi hijo.
Llegó un momento que Retoño se debió de cansar/aburrir que comenzó a llorar, así que nos fuimos al coche, echando otra vez los higadillos de tanto peso y tanta distancia.
Vamos, que muy buena la experiencia. Colón fue a América y yo a la playa. Seguramente el iba menos cargado.

2 comentarios:

  1. Qué aventura!!!!! A mi no me gusta ir a la playa con Isaac, entre otras porque no quiero que tooooda la arena de la playa acabe en la tripa de mi hijo... y además es que a Isaac no le gusta el agua, ni de la playa ni de la piscina... la del vidé y la bañera le encanta por lo que la casa me la llena de agua en cuanto me descuido, a parte de toooda su ropa y su pañal, que no veas lo que son capaces de absorver estos pañales modernos!!!!
    Una aventura más, y tal como lo relatas, tragi-cómica... la próxima vez será mejor.
    rocío

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    1. Hola Rocío! La aventura fue más cómica que trágica. Ya me dijo mi madre que como se me ocurría ir sola (bah, sé que volveré). Isaac no será un fontanero en potencia? Que bueno lo del vidé, jeje

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