sábado, 7 de noviembre de 2015

Leonera

Leonera. En eso se ha convertido mi casa. Esta última semana no he parado, entre el trabajo y las terapias, preparar comidas y dormir siestas con Retoño no he tenido tiempo a hacer nada más. Eso ha hecho que haya un desprden absoluto en casa. Es tal el desorden que no encuentro cosas importantes como el anorak de Retoño. Ya no sé que bodys están usados y cuales no. Tengo una montaña de ropa pendiente de meter en la lavadora. Otra montaña de ropa esperando por la plancha. Pelusas de polvo corren por mi pasillo.
Vivimos en un revoltijo.
Mi hombre dice que a él no le molesta. A mi sí me molesta y me cabreo porque su iniciativa a recoger es cero. Peor aun, contribuye al desorden. Ha puesto unas cajas de cartón en medio del pasillo que no sé a que espera a echarlas al reciclaje. Pero llevan ahí ya 5 días y no quedan bien con la decoración de alrededor.
Recuerdo otro tiempo en él que vigía en una casa limpia y recogida.
Para complicar todo más hemos recogido una gata de la calle (en casa ya vivimos con una, también recogida de la calle). La cosa es que la tenemos encerrada en una miniterraza porque está en cuarentena. Ya le he echado dos pipetas de desparasitar, la he bañado dos veces y aun así tiene bichos. Me desespera. Llevamos una semana con ella y aun no he conseguido eliminar todos sus inquilinos. A la gata de casa ya le echado también una pipeta, que aunque no se han juntado ya me ha entrado el pánico. Tengo ganas de echarle a Retoño también una pipeta. Y otra a mi y a Mi Hombre.
Lo de las gatas es para otro post. Con las ganas que tenía yo de tener perro... Pero se ve que en mi vida sólo aparecen gatos. Si existe un cielo gatuno, espero aparecer en su cuadro de honor.

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