domingo, 31 de enero de 2016

Finde en Asturias

Pasamos este fin de semana en Asturias, en una casa de turismo rural en medio de la montaña que me encanta (es la segunda vez que vamos). La última vez que habíamos ido (hace justamente un año) nevaba. Pero en esta ocasión ni rastro de copos. Una pena, porque yo iba con la ilusión de volver a ver nieve.
Nos encanta ese sitio. La habitación que cogimos esta vez tenía una chimenea de leña y una terracita con vistas espectaculares. Además te llevan la cena a la habitación, que tiene DVD, y que nosotros aprovechamos para hacer algo que ya nunca podemos hacer en casa: ver una peli mientras cenamos.
Eso de no tener que hacer nada está muy bien. Yo lo disfruto al máximo.
Cuando dejamos la habitación nos acercamos hasta Oviedo. Hacía muy buen día, con sol y calor, así que disfruté mucho del paseo por el casco antiguo.
Luego a la vuelta para casa paramos en Mondoñedo y visitamos su catedral.
Ha sido un fin de semana tranquilo y agradable, así que el objetivo de la escapada de una noche se cumplió.
Sobre las siete de la tarde ya estábamos en casa de mis padres recogiendo a Retoño. Esto de echarse un poco de menos mutuamente está bien, parece que recarga uno pilas y vuelve a la rutina con más ganas.
Y ya en casa nos esperaban nuestras dos gatas, una con ganas de mimos y otra con ganas de comida.

lunes, 25 de enero de 2016

Madre al borde de un ataque de nervios

Eso soy yo, porque Retoño se le ha dado por albergar en su cuerpecillo a un virus, de la familia de la gripe, que yo me lo imagino feo, peludo y de color malva, poniendo cara de malo mientras ataca a las pobres defensas indefensas de mi pequeño koala. Koala, sí, porque en eso se ha convertido mi Retoño, en un animalillo pequeño que quiere estar continuamente en un bolsillo, como buen marsupial, y no separarse ni un momento de su padre o madre. Si lo dejas por unos instantes fuera del regazo se pone a llorar.
Y llevamos asi 5 días, con lo que estoy al borde del colapso. Ahora no tiene fiebre pero tiene una tos que no sé si tengo un bebé o un fumador de 68 años con Epoc. Así que por la tarde, ante sus lloros de inapetencia por la merienda, la palidez que le entró y sus toses decidí llevarlo a urgencias. En el camino de ida no tosió ni lloró, así que aborté la misión y me lo llevé al área comercial, donde estuvo sin toses, lloros ni ná que me preocupase como buena madre histérica.
Pero al volver a casa el bienestar se acabó y la tos y el malestar volvió. Mañana lo llevo a su pediatra.
Otra cosa que me trae loca son unos movimientos de ojos que hace, que mira como hacia un lado con los dos ojos a la vez, una cosa que me da mucho repelús, que hasta en video lo grabé y se lo llevé a la pediatra, que me dijo que por la duración y que el niño seguía haciendo lo que estaba haciendo en ese momento, pues que no le parecía nada, pero que entendía mi preocupación. Vale, que sigo a vueltas con el tema vigilando movimientos oculares. Hoy hasta me eché a llorar del miedo y preocupación.
Y así, al borde de la locura, que le dije a Mihombre que me había olvidado una cosa en el coche y en verdad bajé a la calle a fumar un cigarro, que soy una fumadora tan ocasional que ni mi marido se ha enterado aun.
El miedo y la preocupación son las peores cosas del mundo. ¡Iros, dejadme en paz!

lunes, 4 de enero de 2016

Compras de Reyes

Todos los años por estas fechas me digo lo mismo "no vuelvo a dejar las compras de Reyes para el último momento", pero siempre lo vuelvo a hacer y este año no iba a ser distinto.
El regalo de mis padres es muy fácil, desde que un año les regalé un jamón y se pusieron muy contentos y yo me harté a comer de él, ya lo convertí en tradición. Mucha emoción ya no tiene el regalo, pero útil y rico es. Este año además les compré una manta suave para el sofá. La elegí pensando en mis siestas con Retoño cuando me quedo a comer en casa de mis padres.
Lo difícil son los regalos de la familia política. Mihombre tiene un hermano, una hermana y un sobrino y una sobrina hijos de la hermana.
Al niño le compramos un videojuego que es lo que nos dijo la madre que quería. He perdido la cuenta de las consolas que tiene, no entiendo porque un niño de ocho años necesita tanta maquinita. Pero el videojuego es fácil de encontrar, así que no me paro a darle a los sesos en buscar algo divertido/educativo y que encima le guste.
La niña que quiere ropa. Catorce años. Allá que vamos para el centro comercial. Que no encuentro nada que me parezca de su estilo (es que me agobia tanto lo de las compras que es que ya voy sin ganas y con un "no" por montera). Y cuando encuentro unas sudaderas que me gustan me doy cuenta de que no sé que talla usa. Porque no es ni una niña menuda ni una niña enorme, pero de talla M tampoco me parece. Así que le digo a Mihombre "llama a tu hermana y pregúntale que talla usa la niña". La respuesta a la llamada fue "depende de la tienda y la prenda, M o L ". Tócate los melindres. Me quedé igual. Así que pasé de comprarle ropa.
Y luego la hermana, que siempre pide algo que está agotado. Este año no podía ser de otra forma. Recorriendo sitios para encontrar algo que no tienen en ningún lado. Como el año que pidió una maquina para hacer perritos calientes. Acabamos pidiéndola por internet a una tienda y luego tuvimos que ir a esa tienda que quedaba a 50 km a buscarla.
El hermano ya ni sé lo que quiere.
Yo lo pongo fácil y pido el premio Planeta de cada año.

viernes, 1 de enero de 2016

El año pasado

El año pasado ha sido un buen año. Ha sido el año de la aceptación. El año de hacerme tatuajes. El de volver al trabajo. El de dar charlas explicando cómo es la experiencia de ser la mamá de Lucas.
El año en el que he conocido gente increíble, maravillosa y que quiero que se quede en mi vida.
El año en el que me he atrevido a volver a subir en un avión. El año en el que he conocido Londres.
El año pasado me ha traído una nueva gata a casa.
Me he cortado el pelo, mucho, muy corto.
El año en el que me reído de situaciones que antes me hubiesen hecho llorar.
El año que he dejado atrás a gente con la que no merecía la pena continuar el viaje.
El año que más me he conocido. El año en el que me he enamorado de mi hijo. El año en que mi hijo se ríe cuando me ve.
El año en el que he planeado proyectos (espero llevarlos a cabo este año).
El año que he explicado que la discapacidad no define a la persona.
Un año en el que he amado, sentido, me he enfadado, a veces me he entristecido, he reído más que llorado, disfrutado, viajado, cocinado nuevas cosas, trabajado, jugado, besado, abrazado, dormido menos de lo que me gustaría, colechado, tenido nuevas y viejas ilusiones, he visto a amigas, bebido cerveza, leído, comprado más libros de los que tengo tiempo para leer...
Ha sido un buen año.