jueves, 9 de junio de 2016

Mujeres

Últimamente me doy cuenta de que me "enamoro" de mujeres (aunque no en el sentido romántico de la palabra).
Mujeres valientes, luchadoras, que se levantan una y otra vez aunque haya días que lo que más les apetezca sea quedarse en el suelo.
Mujeres que pelean por un sueño, que lo siguen hasta alcanzarlo.
Mujeres que deciden librarse de ataduras, de seguir su camino solas aunque las invada el miedo.
Que hacen de tripas corazón en multitud de veces.
Mujeres con pelos de colores, que han visto su corazón roto y que han conseguido repararlo y hacerlo aun más bello.
Mujeres que han llorado la muerte de sus hijos, y siguen ahí, peleando por seguir adelante y ser felices de nuevo.
Mujeres empoderadas.
Mujeres que hacen tatuajes de cicatrices.
Algunas que lucharon con enfermedades hasta el último día de su vida, y que el recuerdo que dejaron en mi fue el de una sonrisa, y el de saber bromear hasta de la muerte.
Mujeres que están hartas de prejuicios por su talla y que no necesitan decorarse para mostrar al mundo cada día lo bellas que son.
Aquellas que sirven de sostén a sus padres, o a su marido, a sus hijos o a una amiga. Esas mujeres que no nos podemos imaginar la vida sin ellas.
Las que van al trabajo y echan de menos a sus hijos, que vuelven a sus casas y tienen un millón de cosas por hacer, que se acuestan y que se levantan cansadas. Aquellas que deciden quedarse en casa con los hijos, que postponen su trabajo, y que pasan el día haciendo miles de cosas y que también acaban agotadas.
Mujeres que han tenido que renunciar a cosas y no le dan vueltas al pasado.
Mujeres que viven una vida real. Que aceptan sus limitaciones y las de los demás.
Que quieren ser felices y nada más. Que no se hacen daño unas a otras. Que te tienden la mano.
A todas vosotras, os amo.

lunes, 6 de junio de 2016

Me sigue sorprendiendo ser madre

Estoy en cama con Retoño. Mi intención era dormirlo, pero no tiene ni pizca de sueño. Seguramente tenga yo más que él. Mientras yo lo miro asombrada él mira asombrado una bombilla. Le balbucea a la bombilla. Y si deja de mirarla es para morder la sábana.
Yo mientras tanto, en mi asombro, pienso "madre mía, como me ha cambiado la vida", antes, que quitando las horas de trabajo, tenía todo el tiempo del mundo para mi.
Hay cosas de ser madre que nadie te cuenta, lees revistas y libros e idealizas el momento. Antes de tener hijos eres la madre más guay y con más paciencia del planeta. Piensas que en el momento en que nace os mirareis a los ojos y que caereis rendidos de amor.
La realidad es que lo tienes en brazos y sí, te mueres de amor. Y también te mueres de miedo. Llegas a casa con él y tu mayor preocupación es mantenerlo con vida. Piensas que se te va a morir de hambre o que se va a tapar con la sábana y se va a ahogar.
Si lleva varias horas dormido y no despierta para comer, te preocupas.
Si lleva muchas horas despierto y no se duerme, te preocupas.
Si hace mucha caca o no hace, te preocupas. Si cambia de color o textura, no paras de mirar pañales.
La primera noche en casa enciendes la luz miles de veces para comprobar si respira.
Tienes miedo de que se te caiga de una altura, o de los brazos.
Si no coge peso, te preocupas.
Te preguntas si la placenta no tendría un código encriptado que tenías que haber resuelto tras el nacimiento y que serían las instrucciones de cómo funciona un bebé.
Y esto piensas que sólo son los primeros meses. Que va, luego vienen nuevas cosas que te preocupan. Y si el niño tiene una alteración en el desarrollo como nuestro caso, esto es ya una verbena de preocupación.
Pero ahora lo miro, asombrada, y pienso "pues sólo se me cayó una vez de la cama", "he conseguido que coma todos los días"
Anda, pues que bien lo hago. Hemos sobrevivido todos durante dos años.