lunes, 12 de septiembre de 2016

5 años

Este pasado fin de semana fue nuestro aniversario de boda. Cinco años. Cuantas cosas vividas desde ese día. Cuantos sabores amargos nos han sorprendido. Y también cuantos momentos dulces hemos disfrutado juntos. Lo importante es que hemos sabido continuar de la mano, a pesar de las dificultades, de lo inesperado, de lo que no queríamos vivir... Pero aquí seguimos, felices por tenernos, por habernos encontrado, por habernos entendido a pesar de los desentendidos.
Recuerdo el momento justo que vi por primera vez a Mihombre. Fue en una guardia en un centro de salud. Lo vi de espaldas, sacando su bolsa del coche. No entiendo por qué ese momento quedó grabado en mi cabeza.
Luego estuvimos hablando toda la guardia. Tuvimos pocos pacientes. Nos reímos. A carcajadas. Hablamos de ajedrez. De geriátricos. De coches. De tonterías. Pasó la noche. No nos despedimos. Al día siguiente cada uno se fue a su casa. Pasaron 8 meses hasta que nos volvimos a encontrar.
Cuando le vi le sonreí. Me sonrió. Como si nos conociésemos de toda la vida. Volvimos a hablar, a reirnos. Nos fuimos a una cervecería que se llamaba el Gato Verde. Supe que era él. Sin ninguna duda.
Quedamos en vernos al día siguiente. Ya no dejamos de vernos ningún día. El primer abrazo fue como llegar a casa. Cálido, acogedor. En ningún sitio se estaba mejor.
Al cabo de 10 meses nos fuimos a vivir juntos.
Después de 3 años me dijo que nos íbamos a París. Me pidió que me casase con él bajo la Torre Eiffel, a orillas del Sena. Un año después nos casamos.
Y dos años después me quedé embarazada. Un embarazo nada fácil, con muchos contratiempos que eran señales de lo que después pasaría.
Y el día de nuestro aniversario fuimos tres. Pasamos la mañana entre canciones, burbujas de jabón y recuerdos.
Me sentí feliz. Porque estos últimos tres años no fueron nada fáciles. Porque hubo momentos de distanciamiento, de soledad, de tristeza, de dificultad, de lágrimas. Pero ahora lo que importa es que hemos sabido continuar juntos, nos queremos más que hace cinco años, conocemos más nuestras débilidades y sabemos qué esperar del otro en cada momento. Y sobre todo, que ya no somos dos. Somos tres y nos sentimos orgullosos de ello.