viernes, 27 de enero de 2017

Somos pequeños

Cuando nuestro centro nos duele el universo no puede hacer nada. Y nos cuesta creer en un mañana.
Porque somos seres diminutos en un espacio tan grande.
Nuestras vocecillas se pierden pidiendo ayuda.
Por eso necesitamos corazones latiendo a nuestro alrededor. Personas que nos den un abrazo, una sonrisa. Que las sintamos cercanas. Que nos cubran con una manta cuando tenemos miedo y nos echamos a temblar.
Somos adultos que tienen que hacerse los fuertes, tirar para adelante en situaciones desfavorables.
Porque el universo es grande y va a mucha velocidad y somos nosotros los que debemos adoptar su ritmo.
Nada se detiene por nosotros. Nada se queda quieto.
Pero en realidad somos aun pequeños, como niños, porque nos quedan muchas cosas por aprender.
Y a veces nos sentiremos abrumados con algunos aprendizajes. Porque a veces el mundo se vuelve áspero por un tiempo.
Y ahí es donde queremos que se nos acerquen otras almas. Cerca de la nuestra. Que nos consuelen. Que nos den la mano. Que se queden con nosotros.
Todos necesitamos sentirnos queridos. Aunque a veces digamos que no.
Somos pequeñitos toda la vida. Nunca llegamos a ser mayores como los planetas.
En algun momento necesitaremos que nos mezcan y nos digan que todo va a salir bien.
Para así poder respirar más despacio.
Y poder llevar nuestro ritmo más pausado.

sábado, 21 de enero de 2017

Tristeza

Déjame tirarme a tu océano de cabeza.
Ese agua sin fondo.
Déjame esconderme contigo en tu cueva.
Contemos sus piedras a oscuras.
Dejame sumergirme en ti,
pero agarrame de mano cuando me ahogue y sácame a la superficie.
Déjame trepar a esa roca en la que te has subido.
Pero no me dejes perder el equilibrio cuando llegue
a tu lado.
Quiero notar el mismo frío que tu notas al hundirte.
Y el mismo viento que notas cuando estás en las alturas.
Llévame a tu mundo. Un mundo de piedra. De ramas y de agua.
De silencio y de soledad.
De fuerza y de supervivencia.
Quiero estar en donde tu estás. Alcanzarte en ese mundo tuyo.

A veces escribo porque veo o escucho algo que hace que las palabras se agolpen dentro de mi.
A veces las personas frágiles se rompen en mil pedazos con un mínimo golpe. Total, ya estoy hecha de piezas recompuestas
Y lo que en otros momentos hacía con ilusión, hoy lo hago con tristeza.

jueves, 19 de enero de 2017

Banda sonora

Hay temporadas de mi vida que necesito escuchar música a todas horas, incluso cuando voy por la calle. De hecho estas navidades me regalaron un reproductor mp3 para que me vaya con la música a todos lados. Luego hay épocas que no siento la necesidad de escuchar nada. Ahora estoy en un momento de necesidad de canciones.
El otro día haciendo una lista para llenar el mp3 se me ocurrió que todas las personas, si nos paramos a pensar, tenemos una banda sonora de nuestra vida. Alguna canción que asociemos a momentos o temporadas concretas, o incluso canciones que atribuimos a alguien que ha marcado un momento de nuestra existencia.
La banda sonora no tiene porque estar compuesta de muchas canciones. A lo mejor sólo es una o dos. O una treintena. O puede que no se te ocurra ninguna porque a lo mejor aun no llegó la banda sonora a ti.
A mi la música tardó mucho en gustarme. De pequeña me aburrían las partes de los dibujos en las que cantaban. No me gustaban nada. Lo único que me gustó escuchar durante la infancia eran las Cuatro Estaciones de Vivaldi. Me sobrecogía el otoño y luego me encantaba el cambio que se producia con la llegada de la primavera. Nadie me explicó cual era cual estación, pero yo estaba segura de que estaba asignandolas correctamente.
Durante la adolescencia escuché de todo, pero nada se quedó en mi banda sonora. Supongo que de aquella el filtro de las hormonas no se quedó con nada.
Mi banda sonora comenzó casi acabada la universidad. Las canciones que la conforman son:
- Kozmic Blues, de Janis Joplin. Madre mia, cuando descubrí a esta chica me quedé impactada. Su formar de cantar, de desgañitarse con las canciones me atraviesa. Me parecía increíble que fuese de otra época. Para mi estaba viva. Su biografía, para mi que me dedicaba a estudiar y poco más, me hacía querer estar en esos años en San Francisco. Janis siempre está ahi para mi. Incluso llevo un tatuaje identico al que ella llevaba en la muñeca.
- The carpet crawlers, de Genesis. Con su estribillo de "tenemos que entrar para salir". Esto está asociado a una persona. Una persona que marcó un antes y un después. Una persona que me hizo tanto daño que me dejó sin nada dentro. Me pone los pelos de punta escuchar esta canción. Pero la escucho. Porque me hace sentir demasiado. Y a veces necesito sentir de esa forma. Para acordarme de lo que aprendí. De lo que casi no pude salir. De que tuve que entrar muy dentro de mi ser para salir del suyo.
- Another day in paradise, de Phill Collins. Después de lo anterior esta canción era muy irónica para mi. Porque ni sabía cual era el paraiso ni por donde quedaba. Pero la cadencia triste de la canción era muy apropiada.
- Missing, de Everything but the girl. Esta canción me lleva al verano antes de conocer a mi hombre donde me preocupaba unica y exclusivamente de mi. Vamos, que preocupaciones cero. Un verano que pasé trabajando en mil servicios del hospital. Y además esta canción la asocio a una persona con la que lo pasé muy bien. La letra no tiene nada que ver con la situación, pero es que coincidía que cada vez que iba en coche porque habiamos quedado, sonaba esta canción.
- Serpiente con tacón, de Lorca. La explicación de esto raya lo absurdo. Pero ahí va: en la segunda cita con Mihombre me habló de una medio relación que había tenido con una persona. Que eso en la segunda cita no está muy bien. Pero lo peor es que yo la conocía. Y con el concepto sobre ella de ñoñez. Y no podíamos ser más distintas en todo. Total, que en su coche, un cd de los más variopinto que reflejaba como se sentía y en medio esta canción, que inmediatamente supe que iba por ella. Me hizo tanta gracia que a día de hoy la escucho y me vuelve a dar la risa.
- Ain't no sunshine. Es nuestra canción. No hay más explicación. Sin Mihombre no brilla el sol.
- Impossible, de James Arthur. Esta canción representa momentos duros junto a Retoño. Pero momentos duros en los que empezaba a ver la salida del túnel. "Depositar fe en el amor". Me gusta su letra.

Últimamente escribo más de mi que de Retoño, que es el protagonista indirecto del blog. Se debe a que vivimos en una bendita rutina en la que los días suceden unos tras otros similares entre sí y sin sobresaltos. Estamos en una burbuja de tranquilidad ahora mismo de la que me gustaría no salir. Y es que llegar a este punto no es siempre fácil. Además he dejado temporalmente el trabajo mientras Mihombre se recupera de una cirugía de tibia, lo que contribuye también a esa sensación de que los días se parecen todos entre sí.

martes, 17 de enero de 2017

Nosotras

Mujeres. Mujeres de todas las edades. Gordas, altas, bajas, flacas, perfectas. Que disfrutan de su desnudez. Sin verguenza. Amando y respetando cada centímetro. Mujeres que saben que son bellas. Que estan hartas de que la sociedad las incite a consumir para cumplir una imagen establecida. Imagen establecida por otros, que no son ni nuestras abuelas, ni nuestras madres ni nuestras hijas. Porque nos han hecho olvidar que solo hay unos ojos a los que tenemos que gustar: los nuestros. Porque nos bombardean desde pequeñas con estereotipos imposibles. Porque las mujeres tenemos ojeras, y arrugas, y el pelo revuelto y vello en las axilas. ¿Y qué?
Y además tenemos que ser dulces, y pacientes, y sonrientes. Como si nunca pudiesemos enfadarnos, o estar de mal humor. Y no, tenemos mucho que gritar. Porque llevamos tanto tiempo sin ser escuchadas que ahora debemos elevar nuestra voz.
Por eso quiero mujeres que saben correr entre lobos. Que educan a sus hijas como lobas que saben enseñar los dientes ante la manada. Hijas que aprenden desde pequeñas que ni putas ni princesas. Que un principe azul no te va a rescatar de nada. Tu vas a correr libre en tu caballo.
Mujeres fuertes, decididas, con agallas ante la vida. Que no se rinden ante las batallas perdidas. Que sólo se paran para coger carrerilla.
Mujeres que forman hermandades con otras mujeres. Porque no somos enemigas como a veces nos quieren hacer ver, porque saben que separándonos cobran fuerza. Amigas hasta la muerte, luchando por nosotras. Llorando y riendo juntas. Apoyo incondicional el que encontramos en nuestras alianzas.
Independientes, amando lo que nos apetece amar. Cumpliendo nuestros sueños por nosotras mismas.
Mujeres satisfechas con su condición. Mujeres vivas.

sábado, 7 de enero de 2017

Hoy hace tres años:uno de los peores días de mi vida

Hoy, hace tres años, estaba embarazada de Retoño. Exactamente de 28 semanas. Recuerdo que ese día me desperté nerviosa, con sensación de que algo no iba bien. No noté moverse a Retoño antes de salir de cama como habitualmente hacía. No le quise dar importancia, me dije que estaría aún durmiendo ahí dentro y que depertaría con el azúcar del desayuno. Desayuné y tampoco se movio. Pasó la mañana. Recuerdo preparar la comida y estar agobiada. Después de comer me tiré en el sofá y nada, seguía sin notar patadas, a pesar de estar quieta y moverme la barriga para ver si se "activaba". Ya por la tarde, estando sola en casa, comencé a llorar porque la sensación de que Retoño no estaba bien era muy grande. Llamé por teléfono a Mihombre, que estaba en casa de sus padres, y le pedí que viniese para casa, que quería ir al hospital.
Cuando llegamos al hospital no dejaron entrar a Mihombre conmigo (en este hospital siempre lo hacen así y no lo veo justo). Yo esperaba que me dijesen que todo estaba bien, pero la cara del gine decía todo lo contrario. Llamó a una compañera que estaba en la sala de al lado. Le dijo a la matrona que me cogiese una vía. Y avisó al celador que no se fuese muy lejos que iba a haber una cesárea.
En ese momento de terror lo único que pregunté es si el bebé estaba bien. "Está vivo" me dijo. Y yo le insisti, "que esté vivo no significa que esté bien". No contestó.
Retoño estaba latiendo muy despacito. Recuerdo que me puso el sonido de su corazón y fue horrible escuchar lo lento que iba. Iba a menos ritmo que el de un adulto, cuando el latido de un bebe está en unas 150 pulsaciones por minuto.
Pensé que se estaba muriendo dentro de mi.
De vez en cuando recobraba velocidad, así que decidieron esperar y no sacarlo porque eran pocas semanas de gestación aún.
Entre ellos murmuraban "debe estar haciendo alguna tontería con el cordón". Días después supe que estaba totalmente enrrollado el cordón alrededor de él.
Me dejaron hospitalizada para monitorización fetal. Durante tres días no lo noté moverse absolutamente nada. Sólo sabía que estaba vivo por el monitor. Fue horrible.
En una de las exploraciones ecográficas le pregunté como una idiota a una gine si lo podía perder. La contestación fue "pues claro". Lloré tanto, tantísimo, que luego no paraba de tener contracciones. Una matrona vino a mi habitación a consolarme y le estaré eternamente agradecida por ello.
A los 10 días o así, que ya notaba de nuevo a Retoño y las monitorizaciones mejoraron , me mandaron para casa.
Los dos últimos meses de embarazo se definieron por el miedo. Tenía mucho miedo a que se muriese dentro de mi. A tener que dar a luz un bebé muerto. Casi no salía de casa, sólo quería estar con las manos en la barriga notándolo. No quiero imaginar lo que supone una muerte durante la gestación para una mujer. El vacío debe ser abrumador.
Y cada 7 de enero lo recuerdo y me entran ganas de llorar. Ganas de llorar por lo mal que lo pasé y ganas de llorar de agradecimiento de que a día de hoy lo pueda tener durmiendo sobre mi abdomen cada sobremesa.