martes, 20 de junio de 2017

Cosas para hacer en pareja

Hoy os voy a dar una idea de algo para hacer con vuestra pareja, para uno de esos días que esteis aburridillos. Sobre todo en invierno, cuando hay poca tarde y anochece pronto.
Es una idea original mía. Un día llegué a casa de buen humor y se me ocurrió sin más. Así que os voy a explicar lo que hice y los preparativos:
Nosotros vivimos en un duplex. Nuestra habitación está arriba, pero en el piso de abajo hay otra habitación. Como los armarios empotrados que nos hicieron no son demasiado grandes decidimos que yo me quedaba con el armario de arriba y Mihombre con el armario de la habitación de abajo. En esa habitación de abajo también hay una cama, por si alguien se queda a dormir algún día.
Pues bien, un día llegué a casa y Mihombre no estaba. Por la hora que era supuse que no tardaría mucho en llegar. Es un hombre de costumbres y rutinas. Siempre hace lo mismo al llegar a casa: ponerse las zapatillas y cambiarse de ropa.
Como aun no teníamos a Retoño y entonces tenía mucho tiempo para perderlo no haciendo nada, decidí dejar todas las luces apagadas, mis zapatillas a la entrada y esconderme debajo de la cama de la habitación donde se cambia Mihombre. Como si en casa no hubiese nadie.
Y allí me puse a esperar, agazapada como gato a la caza.
Cuando llegó hizo lo de siempre, ponerse las zapatillas e ir a la habitación a cambiarse. Encendió la luz y cuando estuvo frente a la cama...¡zas! Lo agarré de los tobillos.
Se quedó petrificado. No era capaz de articular palabra. Los ojos desorbitados. En ese momento tuve miedo de haberme pasado un pelo.
Cuando su alma volvió a su cuerpo me dijo que me iba a enterar. Que esa me la devolvía.
Cinco años después aun vivo con algo de miedito, porque de vez en cuando me recuerda que la venganza se sirve fría.
Pues eso, que es un momento muy divertido y que la emoción permanece durante años. Lo recomiendo a todo el mundo que le guste hacer cosas en pareja.

miércoles, 7 de junio de 2017

El Retoño Labordeta

Mihombre y yo tenemos etapas de intenso amor a las paredes de casa (vamos, que no nos sacan de casa ni con agua hirviendo) y etapas de hacer escapadas muy seguidas. Los viajes fuera del país sí que los organizamos con tiempo, pero dentro de él, las salidas las solemos decidir con un par de días de antelación.
Pero esto con Retoño cambió. Viajar ya no es tan fácil. 
El primer año con Retoño fue tan complicado que sólo nos moviamos entre casa, el hospital y el servicio de Atención Temprana.
El segundo año de Retoño yo me fui de vacaciones a Gandía con mis padres y Retoño. Y ahi la experiencia ya fue buena.
También organizamos un viaje a Londres pero Retoño quedó con mis padres.
Ahora Retoño ya tiene tres años. Nos hemos adaptado todos unos a otros y ya sabemos cómo funcionamos. Así que hemos decidido que ahora ya podemos continuar con las escapadas. Los tres juntos.
Primero probamos un fin de semana en las Rías Baixas. Y fue genial. Nos dedicamos a pasear los tres y descansar en la habitación del hotel. 
Y el segundo viaje fueron cinco días a Alcalá de Henares. Y también nos lo pasamos muy bien. Retoño estuvo muy contento esos días y dormimos todos muy cómodos. El sitio nos gustó mucho. 
El día que volvíamos para casa paramos en Urueña, Valladolid. Me he enamorado de ese pueblo. Coincidió que llovía. Y la lluvia le daba más encanto aun. Porque Urueña está hecho de piedra. Y la piedra mojada le da un aspecto mágico a los sitios. ¿Y qué es lo que me gusta más a mi en la vida? Los libros. Y Urueña es la Villa del Libro, por su cantidad de librerías. A mi me hubiese gustado quedarme allí sola unos días, explorando a fondo cada una de sus librerias. Sólo pude entrar a una, porque no podíamos quedarnos más tiempo.
Salí de Urueña feliz, con una biografía de Janis Joplin bajo el brazo.
Llegamos a casa con tal subidón que hasta Mihombre quiere ahora cambiar su coche por una furgoneta.