martes, 23 de enero de 2018

Desbordada

Cuando eres madre el nivel de exigencia que se crea a veces te desborda.
Este mes estoy desbordada.
Se me han juntado un montón de "tengo que". 
Retoño se ha puesto enfermo una semana en la que todo el tiempo ya fue para él. Y el agobio añadido por verlo mal.
Mi gata Pelusa hizo un conato de muerte inminente por lo que estuve una semana entera llevándola todos los días al veterinario. Ahora por lo menos ya le doy la medicación en casa y ha abandonado el conato de muerte. Parece que a esta sobrevive.
Retoño ha descubierto las perrenchas y que tiene un buen chorro de voz. Grita con ganas a cualquier hora del día si algo no ocurre como él quiere. Lo mejor de todo es que también esto puede ocurrir a cualquier hora de la noche. Así que ahora me voy con el miedo a cama de que se ponga a llorar y gritar a las cinco de la mañana.
He tenido que arreglar un montón de papeles. De verdad, que pereza. Y cada papel con su subpapel y su subsubpapel.
He descubierto que hay gente que no sabes de que va. Ahora te quiero ahora paso de ti. A mi estas cosas no me van. No entiendo nada. ¿me quieres o qué quieres? Y me duele, que conste. Porque yo cuando digo las cosas, van en serio. 
Tengo tantas horas de falta de sueño que llevo prácticamente todo el mes con migraña, el estómago revuelto y mareada. Me cuesta hasta pensar.
Que ahora que lo pienso, no es para tanto nada. Pero es que tengo un cansancio acumulado que hace que sea todo cuesta arriba. Hoy pensé que me daba algo cuando descubrí que el mando de la furgoneta se había quedado sin pila. Hasta ese punto de desborde estoy.
Tengo que...descansar.
Menos mal que tengo una madre amantísima que nos deja ir a comer estos días a su casa y un marido con mucha calma.